Gil González Dávila en su descripción histórica de la diócesis de Salamanca en su "Theatro eclesiastico de las ciudades e iglesias catedrales de España" (1618) asegura que la catedral vieja de Salamanca guardaba diversas reliquias que habían pertenecido a la Orden del Temple.
Escribe, concretamente, que "tiene en su Sacristía muchas Reliquias que heredó de los Caballeros Templarios, las más principales son tres Espinas de la Corona de Cristo, un pedazo de Lignum Crucis, y un brazo entero de San Jorge".
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