sábado, 16 de marzo de 2013

Consideraciones sobre los ribats-rábidas-rábitas, IV

Cuarta entrega de textos selectos sobre las rábitas y los ribats en territorio de al Andalus, complementado con fotos de una atalaya bereber cercana a la ermita soriana de San Baudelio.
 


El ribā , sustituto del ğihād : De un espiritu militarista a una espiritualidad interiorizada

Francisco Franco- Sánchez
(Transcrito de este ensayo)

(...) A lo largo del primer siglo del Islam hubo una autentica guerra religiosa expansiva, pero, al final del siglo I de la Hégira, habiendo llegado al límite de la expansión posible, en la práctica desapareció la posibilidad de continuarla. De este modo, bien pronto los creyentes tuvieron que dedicarse a consolidar sus fronteras. Esta conquista territorial en su sentido primero y estricto es “sagrada”, “santa” en cuanto a que se constituyo como el medio legitimo paraextender y asentar el credo islámico.

En consecuencia, desde la propia época del profeta Mahoma ya encontramos enunciado el principio de la “defensa activa de la religión y de los musulmanes”, como un concepto heredado desde muy antiguo, articulado como tal en los mismos albores del islam bajo el nombre de ğihād. En esta primera época ya presenta unas claras implicaciones religiosas (defensa de la religión ante los ataques externos), pero también socio-económicas (defensa
de los musulmanes y sus posesiones en caso de que sean atacados). 

Una abundante literatura piadosa, que se hace remontar al Profeta, exhorta a los musulmanes a participar en el ğihād, como uno de los preceptos fundamentales del Islam.  Según se afirma en los tratados religiosos el ğihād es la cumbre de la perfección en la práctica musulmana, de modo que morir ejercitándolo es el camino más directo para ir al Paraíso. También ha sido calificado como el mejor servicio que se le puede hacer a la comunidad de los creyentes, y hay que resaltar que tal precepto supone una doble implicación: relacionada por un lado con la salvación personal y por otro con el patriotismo. En este sentido, tiene un claro carácter de espiritualidad en defensa de la colectividad, y por tanto su ejercicio es comunitario, no individual.

(...)   Con posterioridad al siglo I de la Hegira se reduce mucho la posibilidad de acudir a un ğihād legalmente proclamado bien porque las fronteras quedaban ya lejos, bien porque las autoridades legales encargadas de organizarlo se desentendian, etc.

Según refieren los hadices, el profeta Mahoma aconsejo para ese momento una manera peculiar de hacer el ğihād: el ribā.  Etimologicamente ribāsignifica “atadura, ligaduray consistía en acudir a las fortalezas de la frontera a prestar un servicio militar, que puede ser activo, y que generalmente era más piadoso y pasivo y, llegado el caso, defensivo, que ofensivo o agresivo.
Atalaya bereber cerca de Bordecorex (donde murió Almanzor) y de la ermita de San Baudelio (Soria)

 El ribāo defensa de las fronteras de los territorios islamicos es, por tanto, un modo de sustituir el ğihād cuando este ya no puede realizarse, en especial porque no haya una guerra declarada legalmente por la autoridad islamica competente; si no hay tal guerra oficialmente declarada, no le era posible al fiel acudir a arrimar el hombro en la lucha “en el camino, por la senda de Dios” (fīsabīl Allāh), como expresa la formula islamica.

Derivada del precepto del ğihād, la importancia del precepto del ribāreside mas en la esperanza del premio celestial de quienes se “esfuerzan en el camino de Dios” (yuğāhidūna fī sabīl Allāh)  que en el precepto u obligación de servir con las armas a la  sociedad / comunidad islámica, expresado en tantas ocasiones en el Corán, una especie de “todo por la patria” muy lógico en una sociedad política como es la islámica, en la que también son importantes las necesidades militares.

Ante la llamada obligatoria de la autoridad musulmana a las guerras, que se declaran por necesidades del ğihād, el ribāṭ se conforma como una recomendación de devoción, adoptada libremente por piadosos musulmanes que desean la perfección en su vida como creyentes, tal y como lo expresa el Corán...


(...)  La espiritualidad de sacrificio, exteriorización de un profundo sentimiento de devoción, es el motor que lleva al musulmán a los lugares de peligro, allí donde se requiere su colaboración esforzada. Estos sitios son los rubut (pl. de ribāt) enclaves que pueden estar más o menos fortificados, que pueden ser fortalezas, o sitios sin pretensiones arquitectónicas. Allí ofrece su colaboración, mientras ejercita y desarrolla su espiritualidad de oración, a la espera de “arrimar su hombro” y espada, si fuere necesario, en un momento de peligro o de necesidad.
Atalaya de la Veruela, entre Caltojar-Bordecorex (Soria), cerca de San Baudelio

No es, por tanto, imprescindible que haya una fortificación, sino una necesidad de defensa, muchas veces necesidad solo hipotética y lejanamente real. Esta es la justificación  indispensable para que una zona sea considerada una región de ribā, y, en consecuencia, que esta circunstancia mueva a unos esforzados fieles a desear desarrollar su espiritualidad en el/los lugar/es de ribāque en la región podran hallar.

Cuando el devoto cumpla el tiempo que haya previsto destinar para este piadoso menester volverá a su tierra de origen. O acudirá a otra frontera en que se le necesite mas. El elemento de temporalidad, de voluntaria disponibilidad de persona y espíritu, pero durante un periodo más o menos largo de tiempo, es lo que diferencia a estos murābitum  voluntarios de los habitantes residentes habituales de los tuġūr y de los soldados acantonados en las fronteras.

Esa espiritualidad es el elemento esencial, el motor que les lleva al supremo esfuerzo, a la máxima disponibilidad por los demás: la de la propia vida. Si Allāh la demanda o no, acabara dependiendo de lo que para cada uno haya previsto. En conclusión, el elemento militar es secundario y hasta circunstancial, muy por detrás del espiritual.

Algunos investigadores diferencian entre los rubut de uso preferentemente militar y aquellos edificios de uso religioso. Hay que precisar que todos son de uso religioso. La disponibilidad militar -como se ha dicho antes- surge de una motivación religiosa. Esta diferenciación, por tanto, no es tal.

Evidentemente, por mucho que se desee, no siempre es posible acudir a un lugar de ribā, alli donde haya una necesidad real o no de vigilar en defensa activa para el resto de los musulmanes. La rābita surge cuando se hace difícil ir muy lejos, por muy diversos motivos. Despojado del accesorio elemento “militar”, se crean estos edificios/instituciones con la finalidad de poder desarrollar en ellos el esencial elemento espiritual que anima al antedicho precepto del ğihād. Así sí, se denominó el ğihād aaġīr, o “esfuerzo menor” al militar, frente al  ğihād al-kabīr, o “esfuerzo mayor”, al espiritual

Cuando estaban lejos las fronteras peligrosas o no era fáacil acudir a ellas, se hicieron muy necesarias las rabitas para una población musulmana creciente, de modo que proliferaron en el entorno periurbano de cada ciudad importante; se convirtieron así en rabitas comarcales.  La abundante y variada huella toponímica que han dejado estas rabitas da fe de su presencia. Cuanto más avanzado el periodo islámico más abundan; hasta llegar a la enorme proliferación de oratorios que encontramos en el reino nazarí de Granada.

(...) La temporalidad de la asistencia de las gentes, las peregrinaciones a las mismas en el mes de muarram y sobre todo en ramadān, las sesiones de lecturas coránicas día y noche, la meditación y el estudio continuos, la frugalidad en el comer y la austeridad en el vestir, todas son peculiaridades en que coinciden las fuentes árabes aplicándolas a  rábitas o zāwiyas en general.  Son por ello extrapolables a cualquiera en particular.

La fundación de las rábitas es una iniciativa privada, a instancia de los particulares. Recuérdese la lápida fundacional de las rábitas de Guardamar. Cualquier personaje notorio podía fundar, contribuir ocasionalmente con sus donaciones o constituir un habiz en su beneficio. No conocemos caso alguno de rábitas de fundación “pública”; estos casos quedaban reservados para las mezquitas, por su mayor relevancia religiosa y por acabar siendo estas el verdadero espejo de un gobierno o una dinastía.

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