El ocultista
Eliphas Levi (pseudónimo del ex-sacerdote católico Alphonse Louis Constant) publicó en 1854 su libro "Dogma y ritual de la Alta Magia" (ocultismo decimonónico magicista en plenitud -ocultismo, que no esoterismo) donde desarrolló una interpretación muy singular del bafomet templario, con dibujo incluido, que ha pasado a ser -lamentable y desgraciadamente- la imagen más difundida y aceptada por los ocultistas y gran parte de los lectores poco documentados. Dedicamos este post a transcribir lo que expuso en dicha obra (seguimos la traducción de Ed. Kier en su edición de 1982)
(Nota previa de Ángel Almazán)
Y a continuación, la transcripción
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Existe asimismo en la naturaleza una fuerza mucho más poderosa, siquiera sea en otra forma que el vapor, y por medio de la cual, un solo hombre que pudiera apoderarse de ella y supiera dirigirla, trastornaría y cambiaría la faz del mundo. Esta fuerza era conocida por los antiguos, y consiste en agente universal cuya ley suprema es el equilibrio y cuya dirección tiende inmediatamente al gran arcano de la magia trascendental. Por medio de la dirección de ese agente, se puede cambiar el orden de las estaciones; producir en la noche fenómenos inherentes al día; corresponder en un instante de uno a otro confín del mundo; ver, como Apolonio, lo que ocurría al otro extremo de la tierra; dara la palabra un éxito y una repercusión universal. Este agente, que apenas se revela ante el tacto de los discípulos de Mesmer, es precisamente lo que los adeptos de la Edad Media llamaban la materia primera de la gran obra. Los gnósticos hacían ígneo el cuerpo del Espíritu Santo, ya él era a quien adoraban en los sitios secretos del sabbat o del templo, bajo la jeroglífica figura del Baphomet o del macho cabrío del Andrógino de Mendés. Todo esto quedará demostrado. (pag. 16 de la Introducción)