Y a continuación, la transcripción
....
Existe asimismo en la naturaleza una fuerza mucho más poderosa, siquiera sea en otra forma que el vapor, y por medio de la cual, un solo hombre que pudiera apoderarse de ella y supiera dirigirla, trastornaría y cambiaría la faz del mundo. Esta fuerza era conocida por los antiguos, y consiste en agente universal cuya ley suprema es el equilibrio y cuya dirección tiende inmediatamente al gran arcano de la magia trascendental. Por medio de la dirección de ese agente, se puede cambiar el orden de las estaciones; producir en la noche fenómenos inherentes al día; corresponder en un instante de uno a otro confín del mundo; ver, como Apolonio, lo que ocurría al otro extremo de la tierra; dara la palabra un éxito y una repercusión universal. Este agente, que apenas se revela ante el tacto de los discípulos de Mesmer, es precisamente lo que los adeptos de la Edad Media llamaban la materia primera de la gran obra. Los gnósticos hacían ígneo el cuerpo del Espíritu Santo, ya él era a quien adoraban en los sitios secretos del sabbat o del templo, bajo la jeroglífica figura del Baphomet o del macho cabrío del Andrógino de Mendés. Todo esto quedará demostrado. (pag. 16 de la Introducción)
...
Ahora bien, todos los fenómenos naturales dependen de una sola e inmutable ley, representada por la piedra filosofal y, especialmente, por su forma simbólica, que es el cubo. Esta ley, manifestada en la Cábala por el cuaternario, había suministrado a los hebreos todos los misterios de su tetragrama divino…
A la cabeza de una traducción francesa de un libro del Sr. de Nuisement, acerca de la sal filosófica, se ve el espíritu de la tierra de pie sobre un cubo, que recorren lenguas de fuego; tiene por falo un caduceo, y el sol y la luna sobre el pecho, a la derecha y a la izquierda; es barbudo, está coronado y tiene un cetro en la mano. Es el ázoe de los sabios sobre pedestal de sal y de azufre. Se coloca a veces a esta imagen la cabeza simbólica del macho cabrío de Mendés; es el Baphomet de los Templarios, el macho cabrío del sabbat y el verbo creado de los gnósticos; imágenes extrañas que sirvieron de espantajos al vulgo, después de haber servido de meditaciones a los sabios; jeroglíficos inocentes del pensamiento y de la fe, que también sirvieron de pretexto a los furores de las persecuciones. ¡Cuán desdichados son los hombres en su ignorancia, pero cuánto se desprecian a sí mismos si llegan a conocerla (pág. 139)
....
Disponiéndole de modo que dos de sus puntas estén arriba y una sola abajo, pueden verse en él los cuernos, las orejas y la barba del macho cabrío hierático de Mendés, convirtiéndose entonces en el signo de las evocaciones infernales. (pag. 183)
...
Declaremos aquí, sin rodeos, que el gran agente mágico, la doble -corriente de luz, el fuego vivo y astral de la tierra, ha sido figurado por la serpiente con la cabeza de toro, de macho cabrío o de perro en las antiguas teogonías. Es la doble serpiente del caduceo; es la antigua serpiente del Génesis; pero es también la serpiente de cobre de Moisés, entrelazada en la tau, es decir, en el lingam generador; es también el macho cabrío del Sabbat y el Baphomet de los templarios; es el Hylé de los gnósticos; es la doble cola de serpiente que forma las patas del gallo solar de Abraxas; es en fin, el diablo de Eudes de Mirville, y es, realmente, la fuerza ciega que las almas van a vencer para libertarse de las cadenas de la tierra; porque si su voluntad no las destaca de esa fatal imantación, serán absorbidas en la corriente por la fuerza que les ha producido y volverán al fuegocentral y eterno. (pag. 185)
CAPITULO XV.- EL SABBAT DE LOS HECHICEROS
Autores antimasónicos difundieron en sus libros la imagen bafomética de Eliphas Levi vinculándola a la francmasonería |
Si en nuestra convicción profunda, los maestros reales de la orden de los templarios, adoraban el Baphomet y le hacían adorar a sus iniciados, si han existido y pueden existir todavía, asambleas presididas por esta figura, sentada sobre un trono, con su antorcha ardiendo entre los cuernos, únicamente los adoradores de este signo no piensan como nosotros, que esa sea la representación del diablo, sino más bien la del dios Pan, el dios de nuestras escuelas de filosofía moderna, el dios de los teurgistas de la escuela de Alejandría y de los místicos neoplatonianos de nuestros días, el dios de Espinosa y de Platón, el dios de las primitivas escuelas gnósticas, el dios de Lamartine y de Victor Cousin, el mismo Cristo del sacerdocio disidente, y esta última calificación, aplicada al macho cabrío de la magia negra, no asombrará a aquellos que estudien las antigüedades religiosas y que han seguido en sus diversas transformaciones las fases del simbolismo y del dogma, sea en la India, sea en el Egipto, sea en la Judea.
El macho cabrío que está representado en el frontispicio de esta obra y aquí reproducimos, lleva sobre la frente el signo del pentagrama, con la punta hacia arriba, lo que basta para considerarle como símbolo de luz; hace con ambas manos el signo del ocultismo y muestra en alto la luna blanca de Chesed y en bajo la luna negra de Géburah. Este signo expresa el perfecto acuerdo de la misericordia con la justicia. Uno de sus brazos es femenino y el otro masculino, como en el andrógino de Khunrath, atributos que hemos debido reunir con los de nuestro macho cabrío, puesto que es un solo símbolo. La antorcha de la inteligencia, que resplandece entre sus cuernos, es la luz mágica del equilibrio universal; es también la figura del alma elevada por encima de la materia, aunque teniendo la materia misma, como la antorcha tiene la llama. La repugnante cabeza del animal manifiesta el horror al pecado, cuyo agente material, único responsable, es el que debe llevar por siempre la pena; porque el alma es impasible en su naturaleza, y no llega a sufrir más que cuando se materializa. El caduceo que tienen en vez de órgano generador, representa la vida eterna; el vientre, cubierto de escamas, es el agua; el círculo, que está encima, es la atmósfera; las plumas que vienen de seguida, son el emblema de lo volátil; luego la humanidad está representada por los dos senos y los brazos andróginos de esa esfinge de las ciencias ocultas.
He aquí disipadas las tinieblas del santuario infernal; he aquí la esfinge de los terrores de la edad media, adivinada y precipitada de su trono; ¿quomodo cecidisti, Lucifer? El terrible Baphomet no es ya, como todos los ídolos monstruosos, enigma de la ciencia antigua y de sus sueños, sino un jeroglífico inocente y aun piadoso. ¿Cómo podría el hombre adorar a la bestia, cuando ejerce sobre ella un soberano imperio? Digamos en honor de la humanidad, que jamás ha adorado a los perros ya los machos cabríos, más que a los corderos y a los pichones. El punto a jeroglíficos, ¿por qué no un macho cabrío lo mismo que un cordero? En las piedras sagradas de los cristianos gnósticos de la secta de Basilio, se ven representaciones del Cristo, bajo las diversas figuras de los animales de la Cábala; tan pronto es un toro, como un león; tan pronto una serpiente con cabeza de león, como otra serpiente con cabeza de toro; por todas partes lleva, al mismo tiempo, los atributos de la luz, como nuestro macho cabrío, que su signo del pentagrama prohíbe tomar por una de las fabulosas figuras de Satán.
(…) El Baphomet de los Templarios, es un nombre que debe leerse cabalísticamente, en sentido inverso, y está compuesto de tres abreviaturas: TEM OHP AB, Templi omnium hominum pacis abbas, el padre del templo, paz universal de los hombres; el Baphomet era, según unos, una cabeza monstruosa; según otros, un demonio en forma de macho cabrío.
Últimamente fue desenterrado un cofre esculpido de las ruinas de un antiguo templo, y los anticuarios observaron en él una figura baphomética, conforme en cuanto a los atributos, a nuestro macho cabrío de Mendés y ala andrógina de Khunrath. Esta figura es barbuda, con cuerpo entero de mujer; tiene en una mano el Sol y en otra la Luna, atados a unas cadenas. Es una hermosa alegoría que esa cabeza viril atribuya solo al pensamiento el principio iniciador y creador.
La cabeza aquí, representa el espíritu, y el cuerpo de mujer, la materia. Los astros encadenados a la forma humana y dirigidos por esa naturaleza, en la que la inteligencia es la cabeza, ofrecen también una hermosa alegoría. El signo en su conjunto, no ha dejado de ser considerado obsceno y diabólico por los sabios que los examinaron. Nadie se asombre después de esto, ver acreditarse en nuestros días todas las supersticiones de la edad media. Una sola cosa me sorprende, y es que, creyendo en el diablo y en sus acólitos, no se enciendan las hogueras. M. Venillot lo quería, y es preciso honrar a los hombres que tienen el valor de sus opiniones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario