sábado, 16 de marzo de 2013

Consideraciones sobre los ribats-rábidas-rábitas, IV

Cuarta entrega de textos selectos sobre las rábitas y los ribats en territorio de al Andalus, complementado con fotos de una atalaya bereber cercana a la ermita soriana de San Baudelio.
 


El ribā , sustituto del ğihād : De un espiritu militarista a una espiritualidad interiorizada

Francisco Franco- Sánchez
(Transcrito de este ensayo)

(...) A lo largo del primer siglo del Islam hubo una autentica guerra religiosa expansiva, pero, al final del siglo I de la Hégira, habiendo llegado al límite de la expansión posible, en la práctica desapareció la posibilidad de continuarla. De este modo, bien pronto los creyentes tuvieron que dedicarse a consolidar sus fronteras. Esta conquista territorial en su sentido primero y estricto es “sagrada”, “santa” en cuanto a que se constituyo como el medio legitimo paraextender y asentar el credo islámico.

En consecuencia, desde la propia época del profeta Mahoma ya encontramos enunciado el principio de la “defensa activa de la religión y de los musulmanes”, como un concepto heredado desde muy antiguo, articulado como tal en los mismos albores del islam bajo el nombre de ğihād. En esta primera época ya presenta unas claras implicaciones religiosas (defensa de la religión ante los ataques externos), pero también socio-económicas (defensa
de los musulmanes y sus posesiones en caso de que sean atacados). 

Una abundante literatura piadosa, que se hace remontar al Profeta, exhorta a los musulmanes a participar en el ğihād, como uno de los preceptos fundamentales del Islam.  Según se afirma en los tratados religiosos el ğihād es la cumbre de la perfección en la práctica musulmana, de modo que morir ejercitándolo es el camino más directo para ir al Paraíso. También ha sido calificado como el mejor servicio que se le puede hacer a la comunidad de los creyentes, y hay que resaltar que tal precepto supone una doble implicación: relacionada por un lado con la salvación personal y por otro con el patriotismo. En este sentido, tiene un claro carácter de espiritualidad en defensa de la colectividad, y por tanto su ejercicio es comunitario, no individual.

(...)   Con posterioridad al siglo I de la Hegira se reduce mucho la posibilidad de acudir a un ğihād legalmente proclamado bien porque las fronteras quedaban ya lejos, bien porque las autoridades legales encargadas de organizarlo se desentendian, etc.

Según refieren los hadices, el profeta Mahoma aconsejo para ese momento una manera peculiar de hacer el ğihād: el ribā.  Etimologicamente ribāsignifica “atadura, ligaduray consistía en acudir a las fortalezas de la frontera a prestar un servicio militar, que puede ser activo, y que generalmente era más piadoso y pasivo y, llegado el caso, defensivo, que ofensivo o agresivo.
Atalaya bereber cerca de Bordecorex (donde murió Almanzor) y de la ermita de San Baudelio (Soria)

 El ribāo defensa de las fronteras de los territorios islamicos es, por tanto, un modo de sustituir el ğihād cuando este ya no puede realizarse, en especial porque no haya una guerra declarada legalmente por la autoridad islamica competente; si no hay tal guerra oficialmente declarada, no le era posible al fiel acudir a arrimar el hombro en la lucha “en el camino, por la senda de Dios” (fīsabīl Allāh), como expresa la formula islamica.

Derivada del precepto del ğihād, la importancia del precepto del ribāreside mas en la esperanza del premio celestial de quienes se “esfuerzan en el camino de Dios” (yuğāhidūna fī sabīl Allāh)  que en el precepto u obligación de servir con las armas a la  sociedad / comunidad islámica, expresado en tantas ocasiones en el Corán, una especie de “todo por la patria” muy lógico en una sociedad política como es la islámica, en la que también son importantes las necesidades militares.

Ante la llamada obligatoria de la autoridad musulmana a las guerras, que se declaran por necesidades del ğihād, el ribāṭ se conforma como una recomendación de devoción, adoptada libremente por piadosos musulmanes que desean la perfección en su vida como creyentes, tal y como lo expresa el Corán...


(...)  La espiritualidad de sacrificio, exteriorización de un profundo sentimiento de devoción, es el motor que lleva al musulmán a los lugares de peligro, allí donde se requiere su colaboración esforzada. Estos sitios son los rubut (pl. de ribāt) enclaves que pueden estar más o menos fortificados, que pueden ser fortalezas, o sitios sin pretensiones arquitectónicas. Allí ofrece su colaboración, mientras ejercita y desarrolla su espiritualidad de oración, a la espera de “arrimar su hombro” y espada, si fuere necesario, en un momento de peligro o de necesidad.
Atalaya de la Veruela, entre Caltojar-Bordecorex (Soria), cerca de San Baudelio

No es, por tanto, imprescindible que haya una fortificación, sino una necesidad de defensa, muchas veces necesidad solo hipotética y lejanamente real. Esta es la justificación  indispensable para que una zona sea considerada una región de ribā, y, en consecuencia, que esta circunstancia mueva a unos esforzados fieles a desear desarrollar su espiritualidad en el/los lugar/es de ribāque en la región podran hallar.

Cuando el devoto cumpla el tiempo que haya previsto destinar para este piadoso menester volverá a su tierra de origen. O acudirá a otra frontera en que se le necesite mas. El elemento de temporalidad, de voluntaria disponibilidad de persona y espíritu, pero durante un periodo más o menos largo de tiempo, es lo que diferencia a estos murābitum  voluntarios de los habitantes residentes habituales de los tuġūr y de los soldados acantonados en las fronteras.

Esa espiritualidad es el elemento esencial, el motor que les lleva al supremo esfuerzo, a la máxima disponibilidad por los demás: la de la propia vida. Si Allāh la demanda o no, acabara dependiendo de lo que para cada uno haya previsto. En conclusión, el elemento militar es secundario y hasta circunstancial, muy por detrás del espiritual.

Algunos investigadores diferencian entre los rubut de uso preferentemente militar y aquellos edificios de uso religioso. Hay que precisar que todos son de uso religioso. La disponibilidad militar -como se ha dicho antes- surge de una motivación religiosa. Esta diferenciación, por tanto, no es tal.

Evidentemente, por mucho que se desee, no siempre es posible acudir a un lugar de ribā, alli donde haya una necesidad real o no de vigilar en defensa activa para el resto de los musulmanes. La rābita surge cuando se hace difícil ir muy lejos, por muy diversos motivos. Despojado del accesorio elemento “militar”, se crean estos edificios/instituciones con la finalidad de poder desarrollar en ellos el esencial elemento espiritual que anima al antedicho precepto del ğihād. Así sí, se denominó el ğihād aaġīr, o “esfuerzo menor” al militar, frente al  ğihād al-kabīr, o “esfuerzo mayor”, al espiritual

Cuando estaban lejos las fronteras peligrosas o no era fáacil acudir a ellas, se hicieron muy necesarias las rabitas para una población musulmana creciente, de modo que proliferaron en el entorno periurbano de cada ciudad importante; se convirtieron así en rabitas comarcales.  La abundante y variada huella toponímica que han dejado estas rabitas da fe de su presencia. Cuanto más avanzado el periodo islámico más abundan; hasta llegar a la enorme proliferación de oratorios que encontramos en el reino nazarí de Granada.

(...) La temporalidad de la asistencia de las gentes, las peregrinaciones a las mismas en el mes de muarram y sobre todo en ramadān, las sesiones de lecturas coránicas día y noche, la meditación y el estudio continuos, la frugalidad en el comer y la austeridad en el vestir, todas son peculiaridades en que coinciden las fuentes árabes aplicándolas a  rábitas o zāwiyas en general.  Son por ello extrapolables a cualquiera en particular.

La fundación de las rábitas es una iniciativa privada, a instancia de los particulares. Recuérdese la lápida fundacional de las rábitas de Guardamar. Cualquier personaje notorio podía fundar, contribuir ocasionalmente con sus donaciones o constituir un habiz en su beneficio. No conocemos caso alguno de rábitas de fundación “pública”; estos casos quedaban reservados para las mezquitas, por su mayor relevancia religiosa y por acabar siendo estas el verdadero espejo de un gobierno o una dinastía.

Consideraciones sobre los ribats-rábidas-rábitas, III

Tercera entrega de esta selección de textos sobre los ribats-rábidas-rábitas, en esta ocasión es parte del ensayo "En torno al morabitismo en la Serranía de Ronda: Una propuesta para el análisis de sus rábitas y zāwiyas", escrito por Virgilio Martínez Enamorado y Manuel Becerra Parra. Lo transcribimos.


Tipología de morabitos en Ronda y su entorno


Podríamos establecer distintas funcionalidades para las rábitas rondeñas, lo que como resultado da una tipología de tres clases de instalaciones diferenciadas entre sí.

1.  Habría un grupo de oratorios urbanos o periurbanos en la ciudad de Ronda, “morábitos” que los conquistadores confunden con “mezquitillas” por ser de reducidas dimensiones en relación con las mezquitas de barrio (masāŷid al-ḥawma); el término que se emplearía para estos oratorios sería indistintamente el de rābiṭa y zāwiya, englobados uno y otra tras la conquista bajo el uniformizador “mezquita”. En esta categoría entran indudablemente algunas o muchas de las “mezquitillas” que comparecen en la documentación castellana y que faltan en el repartimiento rondeño: la mezquita con monasterio cerca del Guadalcobacín, el denominado Fuerte Baussain, la Rábita Alta y –estamos seguros– alguna otra que no ha sido detectada en la documentación por hallarse camuflada, como ha quedado dicho, bajo la denominación de simple mezquita.

2. Habría rábitas de alquería, emplazadas en el punto más elevado de las mismas y representación en última instancia de su “identidad”, consagradas a santones locales, casi siempre sus fundadores, y gestionadas por la comunidad una vez que aquéllos desaparecieron. A esta modalidad pudieron pertenecer las rábitas de Parauta y Benarrabá, así como laconstrucción que tuvo que existir en el llamado Cerro de la Mezquita de Genalguacil.

3. Rábitas de delimitación de términos, emplazadas en lugares muy aislados y a una considerable altura; fundadas también por santones locales, cumplían no sólo con las funciones expresadas para la anterior modalidad, sino también con la de delimitación de términos comunales dependientes de las alquerías emplazadas más abajo. De ahí que la documentación castellana aporte una valiosa información sobre estos establecimientos. En este grupo, se incluyen las rábitas del Cerro Malhacer (rābiṭat Mawlay Abū l-Ḥasan), la de San Cristóbal (Rābiṭat Mawlay Ḥasan), la de Montejaque (Rābiṭat Muntšāqir) o la de Natías (Rābiṭat ‘Ayn ‘Attūš), la rábita entre El Havaral y la tierra de Marbella y una buena parte de las “mezquitillas” y “mezquitas” que Gozalbes recoge en distintos lugares elevados de la Serranía: el oratorio de los moros que figura en el Repartimiento de Ronda y que se encuentra en el término de Jerez de la Frontera; la mezquitilla del deslinde entre Gibraltar y Jimena, por un lado, y Gaucín y Casares, por otro; la del deslinde entre Jimena y Casares; o la Casa de la Mezquitilla de Ubrique y la Mezquitilla del Apeo de Monda, en el deslinde entre Marbella con Monda, tras la Cudialhalanih.


Consideraciones sobre los ribats-rábidas-rábitas, II

Segunda selección de textos sobre ribats-rábidas-rábitas, esta vez de Virgilio Martínez Enamorado (arqueólogo y arabista, doctor en Historia Medieval), de un ensayo suyo publicado en el libro "De la prehistoria a la rábita y la villa. Arqueología de Rota y la Bahía de Cádid)


ALGO SOBRE LOS RIBATES DE OCCIDENTE Y EL SENTIDO DE LA FORTALEZA DE ROTA
Virgilio Martínez Enamorado


(...)No deja de ser sintomático que se explique la función prioritaria de la estatua como elevadísíma torre atalaya, Entendemos que la relación entre atalayas y ribates en estos tiempos de la formación de al-Andalus (hasta los siglos X-XI) es directa. La creación de ese sistema de atalayas, cuya presencia se atestigua por este pasaje en época anterior al Islam, y fortalezas, algunas convertidas más tarde en ribates o rábilas, viene a corroborar esa condición de última tierra conocida, al tiempo que carga de misticismo a las tierras ribereñas del Atlántico.
Atalaya bereber de la Veruela en Caltojar (Soria), cerca de la ermita de San Baudelio

Por lo que respecta a la evolución terminológica, el paso de un enclave con la consideración de fortaleza (hisn) a ribat que yo sepa apenas si ha sido explicado, Uno de los escasos ejemplos de lo que esto significa es Fuengirola/Suhayl, antes del siglo XII un hisn ya partir de esta centuria una rábita o ribat. Por tanto, fueron los almorávides los que protagonizaron el cambio terminológico, indicio efectivo de que existió al mismo tiempo otro de carácter funcional (Martínez Enamorado, 1995; Calero Secall y Martínez Enamorado, 2004).

No es coincidencia que la mayor parte de las rábitas y ribat sean reactivados como tales por los almorávides, incluso en los casos, como el de Rota, de fundación anterior. Parece lógico admitir que los almorávides protagonizan una recuperación de este fenómeno, Es curioso comprobar la importancia que posee el XII, pues a partir de esa centuria anteriores enclaves que eran calificados con esa terminología pasan a ser denominados con la de rábita o ribat.

Lamentablemente, a pesar del esfuerzo hecho (Marin, 1989; Franco Sánchez, ed, 2004a), son todavía muchas las incógnitas que se ciernen sobre la constitución y el sentido de estas rábitas y ribates, sin que aún podamos discernir con toda claridad la correspondencia entre los valores terminológicos y funcionales. Es lógico que algunas de las atalayas o pequeñas fortificaciones costeras anteriores se
convirtieran en ribates. Con todo, desde el punto de vista arqueológico es mucha la información que se está recogiendo que ayudará a ir estableciendo en que consisten unos y otros significados (Azuar, 1989;Varela Gómes y Varela Gómes, 2002). C. Martínez Salvador describe el problema terminológico en los términos:

"Así el concepto de ribat en época omeya, cargado de un fuerte componente militar, podría haberse transformado con el tiempo en una expresión religiosa diferente. No existe en al-Andalus otra institución anterior al siglo XI que mejor aparezca fundida e identificada con la rábita que el propio ribat. El ribat es sin duda la expresión militar y religiosa del deseo de yihad más antigua en al-Andalus, presente desde los primeros momentos de la conquista. ¿Ha perdido la vida de ribat en al-Andalus su componente militar de modo tan palpable que puede hablarse a partir del siglo XI de otra realidad diferente y que con el tiempo adquiere paralelamente una denominación propia y diferenciadora?"

En esta última pregunta no hay ninguna concesión a lo retórico. Al contrario, coloca la polémica terminológica en sus justos términos. En efecto, es absolutamente pertinente preguntarnos por lo que hay de "militar" en Guardamar o en las rábitas granadinas (Espinar Moreno y Abellán Pérez, 2004; Espinar Moreno, 2004). Entendemos que no es exclusivamente en esa faceta poliorcética donde radica la esencia de la institución del ribiit en los primeros tiempos de al-Andalus, porque de lo contrario su diferenciación con respecto a los típicos términos poliorcéticos sería muy débil. En esos primeros ribates de las fronteras terrestres y marítimas de alAndalus, hay evidentemente un sentido militar, pero que aislado no explica estos establecimientos; se ha de dar un valor añadido que dote a estas instituciones de una nueva condición: establecimientos "espirituales" para el Yihad frente a los cristianos y frente a las amenazas de la vida mundanal.


 Todo ello parece coincidir con la conclusión que establece A. García Sanjuán en relación con el fenómeno estudiado en el Mi'yar de al-Wansarísf: los textos sobre rábitas son sobre todo andalusíes y de época tardía, mientras que los que se refieren a los ribat son fundamentalmente de autores ifríqíes y de cronología más temprana; estos últimos centros son designados con otros vocablos como o hisn,
lo que nos da una idea aproximada de la polisemia con la que se designaban las grandes fortalezas en las que habitaban no sólo los "murabitun", sino también los "fuqara" (Garda Sanjuán, 2004: 89).

Con el paso del tiempo, ese sentido poliorcética se va diluyendo, cobrando vigor el valor ascético, de espacio destinado a una aproximación a Allah. La economía de las rábitas granadinas (Franco, 2004b) explica que ese acercamiento se acompaña de bienes y posesiones, pero, ya se sabe, sólo con el misticismo, que sepamos, no se come.

El caso del ribat de Arrifana (Aljezur, Algarve) es bastante significativo y, sin duda, arrojara luz sobre el sentido de estos complejos costeros en zonas apartadas. No hay nada "militar" en su concepción. Las excavaciones arqueológicas realizadas en Arrifana, muy próximo a un lugar tan cargado de mitología marina como es el Cabo de San Vicente, uno de los finis terrae de al-Andalus,
han permitido fijar claramente el significado de este centro. Parece que fue fundado por el rebelde antialmorávide Ibn Qasi, por lo que su desarrollo histórico se circunscribe a los años que van del 1130 al 1151, fecha de fallecimiento del rebelde. No deja de ser curioso que un personaje como éste que logró aglutinar a distintas fuerzas locales que actuaron contra los almorávides adopte como parte de su programa político la fundación de uno o varios ribates. Sin duda en su confeso sufismo puede estar la clave de esta política. Se han podido descubrir dos mezquitas, un conjunto de pequeñas celdas que servirían como habitación de los "murabitun", otro pequeño oratorio en el extremo de la península y un patio mayor con un edificio que ha sido considerado una madrasa "avant la léttre". Finalmente, también fueron localizados cuatro oratorios con mihraib. Las similitudes con el complejo de Guardamar son más que evidentes (Varela Gomes y Varela Gomes, 2002).

(...) Al igual que ocurre en la costa del Magrib al aqsa el litoral de Garb al-Andalus, en general poco poblada como los itinerarios geográficos dejan traslucir, es atravesada por hombres revestidos de santidad, probos santones que se alimentan frugalmente de crustáceos y pescados, que obtienen refugio en algunas de las grutas costeras como las de Tarifa y Bakka .. El espacio místico que es la costa marroquí en la que suceden ribates como Arci, Rabat, Salé, Tit, ... tiene su como en tantas otras cuestiones histórico-medievales, al otro lado del Estrecho en las costas de Sadüna (Martínez Enamorado, 2008), Labia y de la costa atlántica, e incluso en el litoral mediterráneo de al- Yaz/ra y occidente de Ra}ya. El Estrecho (al-Bugiiz) por su propia conformación geográfica, es una tierra idónea para la introspección sufí, por lo que tíene de encuentro entre mares (mayma' al-bahrayn) y de escenario de leyendas pre-islámicas adoptadas como propias en esa tradición cultural.

Es lógico por todo ello que el litoral atlántico se llene de rábitas y ribates con una doble función: son destinados a la meditación y son lugares de yihad, esfuerzo interior contra las propias tentaciones que acosan a los murabitum y contra las amenazas, cada vez más consistentes a partir del XII, de los cristianos. La sucesión de ribates en la costa atlántica del sur de al-Andalus es un hecho fehaciente. Lo es también que en buena medida se justifique su fundación en hechos taumatúrgicos antiguos, anteriores al Islam, situación que en el caso de la bahía de Cádiz se vuelve aún más insistente: la vinculación de la rábita de Rota con la Gadir/Gades ante-islámica salta a la vista, pudiendo decirse que el pasado glorioso de la urbe fenicioromana es uno de los argumentos más sólidos para justificar la existencia de este ribiir. Otro es su función estratégica. En definitiva, un cúmulo de caciones que nos obliga a considerar de nuevo la complejidad de estos centros.

Consideraciones sobre los ribats-rábidas, I

Iniciamos una serie de posts sobre los ribats-rábidas-rabitas, que algunos investigadores consideran como uno de los modelos copiados por la cristiandad para la creación de las órdenes militares medievales.  Vamos a ir seleccionando y entresacando párrafos de diversos ensayos, y comenzamos con éste cuya autora es Amina González Costa.



El sufismo y el legado espiritual de los ribāṭ, zawiya y morabitos de Al-Andalus


Amina González Costa
http://www.andalucia.cc/axarqiya/sufismo_andalus.htm

Ribat o rabita de Guardamar del Segura (ALICANTE): recreación a partir de sus restos arqueológicos
 ... Las rábitas (ribāṭ) (1) son lugares de defensa donde las personas iban a cumplir de forma individual con el deber de la yiḥād, de la defensa del territorio, algo así como lugar para “ejercer la espiritualidad de la guerra religiosa”. Progresivamente, al quedar las fronteras obsoletas, estos lugares se fueron convirtiendo en lugares para la ascesis y la transmisión del conocimiento (2). Los hombres piadosos que habitaban en estos lugares se llamaban murábit(un), cuyo término ha dado origen a la palabra morabito, para designar un hombre santo musulmán o el edificio de su mansión o tumba.

(...)  Se tienen noticias de que ya existieron entre las tropas de Tariq b. Ziŷad algunos compañeros de segunda generación del Profeta que instituyeron rábitas en la frontera norte de Al-Andalus (sobre todo en la frontera de Zaragoza) sobre todo figuras que animaban al desprendimiento y la renuncia al mundo.


(...) Hay que tener en cuenta que el sufismo en Al-Andalus es de la época previa a la estructuración en ṭurūq (cofradías sufíes): como nos muestra la Epistola de la Santidad  de Ibn Arabi la aparición de figuras de santidad era común en todas las tierras andalusíes: en cada localidad había un santo o algún morabito (3). Además todos permanecen relacionados a través de cadenas de transmisión entre ellos sin sistemática alguna, como la del sufismo posterior, sino al modo de las demás ciencias islámicas, donde la transmisión es tan importante como aquello que se dice. En ésta época, que cubre el siglo XII y XIII el sufismo andalusí-magrebí, es un continuo trasiego de maestros e influencias. Muchos, al realizar sus peregrinaciones a la Meca se encuentran con grandes maestros que los entroncan con el sufismo oriental, que lo adaptan a las características del occidente islámico (el propio ibn Masarra es ejemplo de ello). Estas influencias luego se van distribuyendo entre la cuantiosa cantidad de discípulos, que en muchas ocasiones se esparcen por la geografía de Al-Andalus y el Magreb, impartiendo las enseñanzas.


(...)  El aspecto de «religiosidad militar» fue el más específico y llamativo del ribāṭ como práctica islámica y de las rábitas como lugares donde se practica en sus inicios. Los textos coránicos dan a la institución el sentido profundo que explica su importancia y sus evoluciones: la búsqueda de la santidad (perfección religiosa y personal), para ello, contaban con maestros, estudios y prácticas de piedad. Esto explica en parte la evolución de las rábitas, con la pérdida de los aspectos militares primitivos y la insistencia en las prácticas de devoción, hasta convertirse en rábitas casi equivalentes a las záwiyas, como por ejemplo en el reino nazarí de Granada, donde se convirtieron en lugares de retiro y perfeccionamiento espiritual, sin referencia explícita a la espiritualidad militar.


Esta evolución las convirtió en verdaderos centros de retiro, estudio y trasiego de los sufíes de Al-Andalus y el Magreb; de la cantidad enorme de ellas tenemos constancia en las fuentes biográficas y en la cantidad de topónimos de rábitas y de ribat que nos han llegado. Se dice que uno de los hechos que más sorprendieron a los conquistadores cristianos tras la toma de Granada fue la inmensa cantidad de zawiyas, rabitas, pequeños oratorios y mausoleos que había en la cuidad y los alrededores. Estos centros de búsquedas de Dios, de conocimiento, se transformaron con el tiempo en centros de peregrinación en busca de la baraka del santo fundador de la misma, por las tumbas anexas a las rábitas (un ejemplo, es el caso de los Sid Bono de Guadalest y Granada, en los siglos XIII y XIV, que fueron visitadas hasta después de la conquista por los cristianos); otra de sus funciones era la de servir como lugar de refugio para viajeros, huéspedes, pobres y estudiantes (los funduq). Y además estaban las zawiyas, de carácter más definido, donde sólo se llevaban a cabo retiros espirituales, las reuniones semanales entre los miembros de alguna cofradía sufí, o donde enseñaba algún maestro de forma regular.


NOTAS

(1) La raíz de este término significa “atadura”, de donde proviene el nombre verbal ribat que significa “estar atado, perseverar en una cosa, establecerse en un lugar, ocupar posiciones, acantonarse”. Como nombre común concreto, incluso en la lengua árabe moderna, significa “atadura, lazo, vínculo”, y como edificio es “fortaleza, posta, hospicio, etc”. Esta palabra está íntimamente relacionada con rábita, que tiene un sentido de lugar o edificio religioso, sin las fortificaciones que tiene un ribat. Sobre este tema véase F. Franco y Míkel de Epalza (eds), «La rábita en el Islam. Estudios Interdisciplinares», Actas del Congresos Internacionals de Sant Carles de la Rápita, Alicante, Universidad de Alicante, (2004).

 (2) Este es el caso que cuenta uno de los primeros sufíes, Sahl al-Ṭustarī (m. 896), que cuenta que el mismo encontró a un maestro en uno de estos ribāṭ, y que fue durante una estancia en la que recibió la apertura espiritual (el fatḥ) en la que vislumbró el nombre de Dios (Allāh) abarcando entre los cielos y la tierra.

(3) A juzgar por lo numerosos que son los topónimos de rábita, zubia (de zawiya) y otros equivalentes, que quedan en la península, se puede decir que éste fenómeno de los morabitos y sus moradores eran muy comunes. Incluso, se puede afirmar sin arriesgarse mucho, que muchas de las ermitas y pequeñas iglesias del levante y de Andalucía se hicieron sobre antiguos morabitos, que de esa guisa se reconvirtieron en la nueva situación. Por ejemplo, es de destacar que la actual localización de ermita de la Virgen del Mar de Almería, se correspondía con la mencionada por Ibn al-Jaṭīb como el famoso morabito cercano a Almería que visitó en su regreso del exilio de Marruecos.