El ribā ṭ , sustituto del ğihād : De un espiritu
militarista a una espiritualidad interiorizada
Francisco Franco- Sánchez
(Transcrito de este ensayo)
(...) A lo largo del primer siglo del Islam hubo una autentica guerra
religiosa expansiva, pero, al final del siglo I de la Hégira, habiendo
llegado al límite de la expansión posible, en la práctica desapareció la posibilidad
de continuarla. De este modo, bien pronto los creyentes tuvieron que dedicarse a
consolidar sus fronteras. Esta conquista territorial en su sentido primero
y estricto es “sagrada”, “santa” en cuanto a que se
constituyo como el medio legitimo paraextender y asentar el
credo islámico.
En consecuencia,
desde la propia época del profeta Mahoma ya encontramos enunciado el
principio de la “defensa activa de la religión y de los musulmanes”, como un
concepto heredado desde muy antiguo, articulado como tal en los
mismos albores del islam bajo el nombre de ğihād. En esta primera época ya
presenta unas claras implicaciones religiosas (defensa de la religión ante los
ataques externos), pero también socio-económicas (defensa
de los musulmanes y
sus posesiones en caso de que sean atacados).
Una abundante
literatura piadosa, que se hace remontar al Profeta, exhorta a los musulmanes a
participar en el ğihād, como uno de los
preceptos fundamentales del
Islam. Según se afirma en los tratados
religiosos el ğihād es la cumbre de la
perfección en la práctica musulmana, de modo que morir ejercitándolo es el
camino más directo para ir al Paraíso. También ha sido calificado como el
mejor servicio que se le puede hacer a la comunidad de los creyentes, y hay que
resaltar que tal precepto supone una doble implicación: relacionada por un
lado con la salvación personal y por otro con el patriotismo. En este
sentido, tiene un claro carácter de espiritualidad en defensa de la
colectividad, y por tanto su ejercicio es comunitario, no individual.
(...) Con posterioridad al siglo I de la Hegira se
reduce mucho la posibilidad de acudir a un ğihād legalmente proclamado bien porque las fronteras quedaban ya lejos, bien porque
las autoridades legales encargadas de organizarlo se desentendian, etc.
Según refieren los
hadices, el profeta Mahoma aconsejo para ese momento una manera peculiar
de hacer el ğihād: el ribāṭ. Etimologicamente
ribāṭ significa “atadura, ligadura” y
consistía en acudir a las fortalezas de la frontera a prestar un servicio
militar, que puede ser activo, y que generalmente era más piadoso y pasivo y,
llegado el caso, defensivo, que ofensivo o agresivo.
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Atalaya bereber cerca de Bordecorex (donde murió Almanzor) y de la ermita de San Baudelio (Soria) |
El ribāṭ o defensa de las fronteras de los territorios islamicos
es, por tanto, un modo de sustituir el ğihād
cuando
este ya no puede realizarse, en especial porque no haya una
guerra declarada legalmente por la autoridad islamica competente; si no hay
tal guerra oficialmente declarada, no le era posible al fiel acudir a arrimar el
hombro en la lucha “en el camino, por la senda de Dios” (fīsabīl Allāh), como expresa la formula islamica.
Derivada del precepto
del ğihād, la importancia del
precepto del ribāṭ reside mas en la esperanza
del premio celestial de quienes se “esfuerzan en el camino de Dios” (yuğāhidūna fī sabīl Allāh) que en el precepto u obligación de servir con
las armas a la sociedad / comunidad islámica, expresado en tantas ocasiones en el Corán,
una especie de “todo por la patria” muy lógico en una sociedad
política como es la islámica, en la que también son importantes las necesidades militares.
Ante la
llamada obligatoria de la autoridad musulmana a las guerras, que se declaran
por necesidades del ğihād, el ribāṭ se conforma como una recomendación de
devoción, adoptada libremente por piadosos musulmanes que desean la perfección
en su vida como creyentes, tal y como lo expresa el Corán...
(...) La espiritualidad de sacrificio, exteriorización
de un profundo sentimiento de devoción, es el motor que lleva al musulmán a los
lugares de peligro, allí donde se requiere su colaboración esforzada. Estos
sitios son los rubut (pl. de ribāt)
enclaves
que pueden estar más o menos fortificados, que pueden ser fortalezas, o sitios
sin pretensiones arquitectónicas. Allí ofrece su colaboración, mientras ejercita
y desarrolla su espiritualidad de oración, a la espera de “arrimar su hombro” y
espada, si fuere necesario, en un momento de peligro o de necesidad.
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Atalaya de la Veruela, entre Caltojar-Bordecorex (Soria), cerca de San Baudelio |
No es, por tanto,
imprescindible que haya una fortificación, sino una necesidad de defensa,
muchas veces necesidad solo hipotética y lejanamente real. Esta es la
justificación indispensable para que una
zona sea considerada una región de ribāṭ, y, en consecuencia, que esta circunstancia mueva a unos esforzados fieles a
desear desarrollar su espiritualidad en el/los lugar/es de ribāṭ que en la región podran hallar.
Cuando el devoto
cumpla el tiempo que haya previsto destinar para este piadoso menester
volverá a su tierra de origen. O acudirá a otra frontera en que se le necesite
mas. El elemento de temporalidad, de voluntaria disponibilidad de
persona y espíritu, pero durante un periodo más o menos largo de tiempo, es
lo que diferencia a estos murābitum voluntarios de los habitantes residentes
habituales de los tuġūr y de los soldados
acantonados en las fronteras.
Esa espiritualidad es
el elemento esencial, el motor que les lleva al supremo esfuerzo, a la máxima
disponibilidad por los demás: la de la propia vida. Si Allāh la demanda o
no, acabara dependiendo de lo que para cada uno haya previsto. En conclusión,
el elemento militar es secundario y hasta circunstancial, muy
por detrás del espiritual.
Algunos
investigadores diferencian entre los rubut de uso preferentemente militar y aquellos
edificios de uso religioso. Hay que precisar que todos son de uso religioso. La
disponibilidad militar -como se ha dicho antes- surge de una motivación religiosa.
Esta diferenciación, por tanto, no es tal.
Evidentemente, por
mucho que se desee, no siempre es posible acudir a un lugar de ribāṭ, alli donde haya una necesidad real o no de vigilar en
defensa activa
para el resto de los musulmanes. La rābita
surge
cuando se hace difícil ir muy lejos, por muy diversos motivos. Despojado del
accesorio elemento “militar”, se crean estos edificios/instituciones con la
finalidad de poder desarrollar en ellos el esencial elemento espiritual que
anima al antedicho precepto del ğihād. Así sí, se denominó el ğihād aaġīr, o
“esfuerzo menor” al militar, frente al ğihād
al-kabīr, o “esfuerzo mayor”, al espiritual
Cuando estaban lejos
las fronteras peligrosas o no era fáacil acudir a ellas, se hicieron muy
necesarias las rabitas para una población musulmana creciente, de modo que
proliferaron en el entorno periurbano de cada ciudad importante; se
convirtieron así en rabitas comarcales. La
abundante y variada huella toponímica que han dejado estas rabitas da fe de su
presencia. Cuanto más avanzado el periodo islámico más abundan; hasta llegar a
la enorme proliferación de
oratorios que encontramos en el reino nazarí de Granada.
(...)
La
temporalidad de la asistencia de las gentes, las peregrinaciones a las mismas en
el mes de muarram y sobre todo en ramadān, las sesiones de lecturas coránicas
día y noche, la meditación y el estudio continuos, la frugalidad en el comer y
la austeridad en el vestir, todas son peculiaridades en que coinciden las
fuentes árabes aplicándolas a rábitas o zāwiyas
en general. Son por ello extrapolables a
cualquiera en particular.
La fundación
de las rábitas es una iniciativa privada, a instancia de los particulares.
Recuérdese la lápida fundacional de las rábitas de Guardamar. Cualquier
personaje notorio podía fundar, contribuir ocasionalmente con sus donaciones o
constituir un habiz en su beneficio. No conocemos caso alguno de rábitas de
fundación “pública”; estos casos quedaban reservados para las mezquitas,
por su mayor relevancia religiosa y por acabar siendo estas el verdadero espejo
de un gobierno o una dinastía.