sábado, 16 de marzo de 2013

Consideraciones sobre los ribats-rábidas, I

Iniciamos una serie de posts sobre los ribats-rábidas-rabitas, que algunos investigadores consideran como uno de los modelos copiados por la cristiandad para la creación de las órdenes militares medievales.  Vamos a ir seleccionando y entresacando párrafos de diversos ensayos, y comenzamos con éste cuya autora es Amina González Costa.



El sufismo y el legado espiritual de los ribāṭ, zawiya y morabitos de Al-Andalus


Amina González Costa
http://www.andalucia.cc/axarqiya/sufismo_andalus.htm

Ribat o rabita de Guardamar del Segura (ALICANTE): recreación a partir de sus restos arqueológicos
 ... Las rábitas (ribāṭ) (1) son lugares de defensa donde las personas iban a cumplir de forma individual con el deber de la yiḥād, de la defensa del territorio, algo así como lugar para “ejercer la espiritualidad de la guerra religiosa”. Progresivamente, al quedar las fronteras obsoletas, estos lugares se fueron convirtiendo en lugares para la ascesis y la transmisión del conocimiento (2). Los hombres piadosos que habitaban en estos lugares se llamaban murábit(un), cuyo término ha dado origen a la palabra morabito, para designar un hombre santo musulmán o el edificio de su mansión o tumba.

(...)  Se tienen noticias de que ya existieron entre las tropas de Tariq b. Ziŷad algunos compañeros de segunda generación del Profeta que instituyeron rábitas en la frontera norte de Al-Andalus (sobre todo en la frontera de Zaragoza) sobre todo figuras que animaban al desprendimiento y la renuncia al mundo.


(...) Hay que tener en cuenta que el sufismo en Al-Andalus es de la época previa a la estructuración en ṭurūq (cofradías sufíes): como nos muestra la Epistola de la Santidad  de Ibn Arabi la aparición de figuras de santidad era común en todas las tierras andalusíes: en cada localidad había un santo o algún morabito (3). Además todos permanecen relacionados a través de cadenas de transmisión entre ellos sin sistemática alguna, como la del sufismo posterior, sino al modo de las demás ciencias islámicas, donde la transmisión es tan importante como aquello que se dice. En ésta época, que cubre el siglo XII y XIII el sufismo andalusí-magrebí, es un continuo trasiego de maestros e influencias. Muchos, al realizar sus peregrinaciones a la Meca se encuentran con grandes maestros que los entroncan con el sufismo oriental, que lo adaptan a las características del occidente islámico (el propio ibn Masarra es ejemplo de ello). Estas influencias luego se van distribuyendo entre la cuantiosa cantidad de discípulos, que en muchas ocasiones se esparcen por la geografía de Al-Andalus y el Magreb, impartiendo las enseñanzas.


(...)  El aspecto de «religiosidad militar» fue el más específico y llamativo del ribāṭ como práctica islámica y de las rábitas como lugares donde se practica en sus inicios. Los textos coránicos dan a la institución el sentido profundo que explica su importancia y sus evoluciones: la búsqueda de la santidad (perfección religiosa y personal), para ello, contaban con maestros, estudios y prácticas de piedad. Esto explica en parte la evolución de las rábitas, con la pérdida de los aspectos militares primitivos y la insistencia en las prácticas de devoción, hasta convertirse en rábitas casi equivalentes a las záwiyas, como por ejemplo en el reino nazarí de Granada, donde se convirtieron en lugares de retiro y perfeccionamiento espiritual, sin referencia explícita a la espiritualidad militar.


Esta evolución las convirtió en verdaderos centros de retiro, estudio y trasiego de los sufíes de Al-Andalus y el Magreb; de la cantidad enorme de ellas tenemos constancia en las fuentes biográficas y en la cantidad de topónimos de rábitas y de ribat que nos han llegado. Se dice que uno de los hechos que más sorprendieron a los conquistadores cristianos tras la toma de Granada fue la inmensa cantidad de zawiyas, rabitas, pequeños oratorios y mausoleos que había en la cuidad y los alrededores. Estos centros de búsquedas de Dios, de conocimiento, se transformaron con el tiempo en centros de peregrinación en busca de la baraka del santo fundador de la misma, por las tumbas anexas a las rábitas (un ejemplo, es el caso de los Sid Bono de Guadalest y Granada, en los siglos XIII y XIV, que fueron visitadas hasta después de la conquista por los cristianos); otra de sus funciones era la de servir como lugar de refugio para viajeros, huéspedes, pobres y estudiantes (los funduq). Y además estaban las zawiyas, de carácter más definido, donde sólo se llevaban a cabo retiros espirituales, las reuniones semanales entre los miembros de alguna cofradía sufí, o donde enseñaba algún maestro de forma regular.


NOTAS

(1) La raíz de este término significa “atadura”, de donde proviene el nombre verbal ribat que significa “estar atado, perseverar en una cosa, establecerse en un lugar, ocupar posiciones, acantonarse”. Como nombre común concreto, incluso en la lengua árabe moderna, significa “atadura, lazo, vínculo”, y como edificio es “fortaleza, posta, hospicio, etc”. Esta palabra está íntimamente relacionada con rábita, que tiene un sentido de lugar o edificio religioso, sin las fortificaciones que tiene un ribat. Sobre este tema véase F. Franco y Míkel de Epalza (eds), «La rábita en el Islam. Estudios Interdisciplinares», Actas del Congresos Internacionals de Sant Carles de la Rápita, Alicante, Universidad de Alicante, (2004).

 (2) Este es el caso que cuenta uno de los primeros sufíes, Sahl al-Ṭustarī (m. 896), que cuenta que el mismo encontró a un maestro en uno de estos ribāṭ, y que fue durante una estancia en la que recibió la apertura espiritual (el fatḥ) en la que vislumbró el nombre de Dios (Allāh) abarcando entre los cielos y la tierra.

(3) A juzgar por lo numerosos que son los topónimos de rábita, zubia (de zawiya) y otros equivalentes, que quedan en la península, se puede decir que éste fenómeno de los morabitos y sus moradores eran muy comunes. Incluso, se puede afirmar sin arriesgarse mucho, que muchas de las ermitas y pequeñas iglesias del levante y de Andalucía se hicieron sobre antiguos morabitos, que de esa guisa se reconvirtieron en la nueva situación. Por ejemplo, es de destacar que la actual localización de ermita de la Virgen del Mar de Almería, se correspondía con la mencionada por Ibn al-Jaṭīb como el famoso morabito cercano a Almería que visitó en su regreso del exilio de Marruecos. 


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