"Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage" y que recogemos de recopilatorio guenoniano-templario en Soriaymas. Se trata de la réplica de René Guénon a dos artículos publicados en 1939 por J.H. Probst-Biraben y A. Maitrot de la Motte-Capron en el "Mercure de France": Les idoles des Chevaliers du Temple y Les coffrets mystérieux des Templiers.
Los ídolos de los Caballeros del Temple
Respecto de los pretendidos "ídolos", los testimonios obtenidos durante el proceso, en condiciones tales que no permiten considerarlos válidos, se contradicen todos entre sí. Es posible que ciertas historias de "cabezas" se refieran en el fondo simplemente a relicarios, en todo caso se sobreentiende que, a pesar de lo que haya podido pensar la ignorancia occidental, ningún tipo de "ídolo" puede provenir de un ambiente islámico. En todo ésto estamos de acuerdo con los autores.
En cuanto al famoso "Bafomet", nombre que dio lugar a tantas hipótesis tan poco satisfactorias en general, podemos incidentalmente proporcionar la explicación del susodicho "Bahumid" de von Hammer: es muy cierto que dicha palabra no existe en árabe, aunque en realidad debe leerse "Bahîmad", que si bien no puede traducirse por "becerro" (interpretación que probablemente nació por influencia de la enigmática "cabeza de becerro" de los Drusos, mas bien que por la del "Buey Apis" o del "Becerro de Oro"), al menos sirve como término genérico de cualquier especie de ganado. No obstante, si en efecto es poco probable que "Bafomet" provenga del árabe "Bahîmah", que lo inquisidores del proceso ni siquiera debían conocer, por el contrario podría muy bien ser que proviniera de su equivalente hebreo, es decir del "Behemot" bíblico, y tal vez no debería buscarse en otro lugar la solución de tal enigma...
En lo que se refiere a las cuatro estatuas que, según el mismo von Hammer, se hallaron en el gabinete de Viena (pero ¿qué fue de ellas después de 1818), no vemos qué permitiría considerarlas "Bafomets" , y francamente ¿qué pensar de ellas cuando, de acuerdo a la fisonomía, a una se la califica de "romana", a otra como "faraónica", y a las dos restantes como "persas", a pesar de que todas llevan inscripciones árabes, por lo demás de un árabe muy incorrecto y si el desciframiento de la escritura es correcto? Hay que reconocer que en todo ésto hay algo que raya en la superchería, quizá más aún que en el caso de los cofrecitos que examinaremos seguidamente.
No nos demoraremos en estudiar detalladamente el sentido de las frases árabes, cuya lectura misma parece muy dudosa. Nos limitaremos a indicar un error de hecho: es correcto que "kenîsah" (y no "kensen") designa exclusivamente a una iglesia cristiana (más aún, tanto cristianos como musulmanes usan esta palabra al referirse a tal iglesia, pues no hay otra para designarla), pero no podemos comprender que se diga que ""Maulana" jamás se ha utilizado", puesto que en varios países islámicos (hay otros además del Maghreb) dicho término se emplea por el contrario corrientemente para dirigirse a los soberanos, y también a otros personajes respetables.
Los cofrecitos misteriosos de los Templarios
Se trata de los dos famosos cofrecitos que figuraron en la colección del duque de Blacas (¿por cuál extraña mala suerte será que también se perdieron?). como en el caso de los pretendidos "Bafomets", no hay ninguna prueba de que hayan tenido jamás alguna relación con los Templarios. Según los autores se trataría simplemente de "potes de triaca" usados por médicos griegos y árabes. Tal explicación no tiene en sí nada de inverosímil.
No estudiaremos aquí la interpretación de las figuras en que se apoya la hipótesis, interpretación que en su conjunto vale tanto como cualquier otra, a pesar de que no es correcta en todos sus detalles (por ejemplo, no se ve muy bien por qué razón un mismo signo indicaría en un lugar un número de ingredientes, y en otro un número de meses o años).
Lo más curioso son las cuestiones planteadas sobre la tapa de los cofrecitos: su simbolismo es completamente alquímico (¿porqué algunos quisieron ver en la figura principal, que es en realidad un "Rebis", otra vez un "Bafomet"?), y, también en este caso, hay inscripciones que, si fueron transcriptas con exactitud, están redactadas en un árabe inimaginable, de lo que habría que extrañarse mucho si se admite la hipótesis de los autores, ya que según éstos dicha tapa, agregada posteriormente, habría sido fabricada por alquimistas occidentales hacia fines del Medioevo o comienzos de Renacimiento. Los motivos por los que se les asigna una fecha tan tardía no se indican por lo demás demasiado claramente, del mismo modo que aquellos que motivan la siguiente afirmación: "no se ve en qué podría un templario interesarse en la alquimia"; independientemente de la cuestión de los cofrecitos, no vemos por qué motivo no hubieran podido interesarse!
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